Las cosas


En Granada hay un pequeño paseo cerca de la Alhambra que esta adornado con poemas durante el camino, de ellos hay uno que es mi favorito, este de Borges


El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,

un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde

una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,

ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.

Una de las obsesiones de la humanidad es dejar un legado, algo por lo que nos puedan recordar más allá de nuestro ciclo vital. Para mi esto es imposible, uno puede atisbar como era Leonardo o Dumas por sus obras, pero al final su nombre se transforma en una especie de marca que no tiene relación alguna con lo que fueron, son solo una especie de simbolos.

A mi y a las personas en general no nos gusta creer esto, nos gusta pensar que todo perdura, de esto va por ejemplo la miniserie que he empezado ahora Marchlands, trata acerca de tres familias que habitaron en la misma casa, y como su eco resuena aunque nunca tuvieran relación alguna. Todo esto es muy bonito pero no tiene sentido, yo que llevo viviendo diez años en casas de alquiler por donde han pasado mil y una personas puedo decir que nada queda, cada uno vivimos nuestra vida e intentamos hacerlo lo mejor posible, pero el pensar que esto influye en más allá de nosotros no tiene sentido, casi ni siquiera en las personas que más nos quieren. Un día estamos aquí y otro allí, debemos vivir como mejor podamos con nosotros mismos, pero de ahí a pensar que por ser de tal manera nos espera cierta forma de recompensa no deja de ser engañarse a uno mismo

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