Para En la ciudad de Sylvia Jose Luis Guerín toma como espejo los clásicos para realizar la busqueda de su mujer ideal. Su base son la Laura de Petrarca, la Beatriz de Dante o la Silvia de Nerval por ejemplo, aunque no importa no saber nada de esto, es un sentimiento de estos que podemos considerar universal.
La película esta divida en tres dias, el primero es un día normal, tranquilo, donde todo transcurre sin sobresalto.
El segundo día es el meollo de la cuestión y por tanto el más largo con diferencia. En él nuestro protagonista (sin nombre) esta en un café dibujando las siluetas femeninas que encuentra a su alrededor cuando descubre a una chica que le atrae de verdad. De estas chicas que sin mediar palabra, solo con sus gestos o su mirada son capaces de hacernos sentir algo diferente. Ella se levanta y el la sigue por toda la ciudad. Llegado un punto la llama pero no obtiene respuesta. Más tarde incluso se atreverá a hablarle para decirle que la conoce de otro sitio pero ella lo niega. Es nuestra eterna busqueda de la belleza, seres amados sin ser conocidos que nos dan juego a ponerles todas las virtudes que podemos imaginar porque rara vez llegamos a conocerlos. Se repiten en distintos lugares aunque significan una misma cosa. Me parece un acierto total el procurar rodarlas como hace siempre Guerin, de espaldas. Nos muestra más la uniformidad de este amor platónico y nos oculta el misterio del rostro.
El tercer día es un breve recorrido por los lugares comunes del dia anterior donde una simple imagen o un simple sonido nos hacen revivir todo lo sucedido.
Hoy también he tenido la ocasión de ver Unas fotos en la ciudad de Sylvia, una película breve de 67 minutos rodada a base de fotografías y sin sonido, con unos intertitulos que nos ayudan a hacer un recorrido por todo este mito que nos propone Guerín.
En una sociedad como esta donde cada vez somos más amantes de lo crudo, lo realista y visceral no esta mal abandonarse a la poesía de vez en cuando
La película esta divida en tres dias, el primero es un día normal, tranquilo, donde todo transcurre sin sobresalto.
El segundo día es el meollo de la cuestión y por tanto el más largo con diferencia. En él nuestro protagonista (sin nombre) esta en un café dibujando las siluetas femeninas que encuentra a su alrededor cuando descubre a una chica que le atrae de verdad. De estas chicas que sin mediar palabra, solo con sus gestos o su mirada son capaces de hacernos sentir algo diferente. Ella se levanta y el la sigue por toda la ciudad. Llegado un punto la llama pero no obtiene respuesta. Más tarde incluso se atreverá a hablarle para decirle que la conoce de otro sitio pero ella lo niega. Es nuestra eterna busqueda de la belleza, seres amados sin ser conocidos que nos dan juego a ponerles todas las virtudes que podemos imaginar porque rara vez llegamos a conocerlos. Se repiten en distintos lugares aunque significan una misma cosa. Me parece un acierto total el procurar rodarlas como hace siempre Guerin, de espaldas. Nos muestra más la uniformidad de este amor platónico y nos oculta el misterio del rostro.
El tercer día es un breve recorrido por los lugares comunes del dia anterior donde una simple imagen o un simple sonido nos hacen revivir todo lo sucedido.
Hoy también he tenido la ocasión de ver Unas fotos en la ciudad de Sylvia, una película breve de 67 minutos rodada a base de fotografías y sin sonido, con unos intertitulos que nos ayudan a hacer un recorrido por todo este mito que nos propone Guerín.
En una sociedad como esta donde cada vez somos más amantes de lo crudo, lo realista y visceral no esta mal abandonarse a la poesía de vez en cuando
2 comentarios:
Obra maestra. Guerin es un poeta y para entender un poeta como él, desafortunadamente, hay que serlo tambien. El filme es brillante, hipnótico, feminista y sensual como ningún otro que se haya visto en el cine español reciente.
Me alegro encontrar alguien que le gustara, muchas gracias por el comentario. Un saludo
Publicar un comentario